Para mí, que nunca había pasado más de dos horas en un avión, el viaje era una de las cosas que más intranquilidad me producía. Nos esperaban muchos transbordos, horas de avión, papeleos y demás movidas por delante y eso no me hacía gracia. Casi tan poca como las 30 horas que iban a transcurrir desde que cogiese el tren en Pamplona hasta que pusiese el pie en Washington D.C. Se me hacía muy raro pensar que aquella ropa con la que salía del curro el mediodía del 30 de junio iba a ser la misma que llevase al bajar del avión. Sólo esperaba que no me la tuviese que quitar algún guardia de aduanas para hacerme un registro... cosa que, afortunadamente, no ocurrió.
Chino en el aeropueto de Zürich con una señora detrás |
Chino salió conmigo desde Pamplona y nos juntamos con Fer en Barcelona. A las 6 de la mañana del día 1 cogimos el avión de Swiss Air a Zürich (el primero de muchos) y, una vez en Suiza no nos queda otra más que hacer tiempo hasta el siguiente vuelo, que nos llevará directamente a U.S.A. Justo antes de embarcar empezamos a comprobar por nosotros mismos cómo se las gastan los americanos en las aduanas. Nos preguntan varias veces a dónde vamos, dónde vamos a dormir, si somos buenos chicos, si somos hermanos (a pesar de que tengamos diferentes apellidos, hayamos nacido el mismo año, Chino sea asiático, Fer negro y yo blanco y más guapo), si llevamos armas, drogas, navajas o embutidos. Consejo: pon buena cara, sé educado y di muchas veces thank you.
Fertxo, también en Zürich, con un señor de naranja. |
El vuelo de ida no fue tan malo como yo esperaba. Es cierto que son un montón de horas (8 o así), pero el avión era amplio, ponen películas todo el rato y después de un día entero sin dormir, la mitad se pasa roncando. Una de las cosas que más me gustó es que los azafatos eran unos negratas de dos metros de ancho y alto... ups, veo que esto se puede malinterpretar. Quiero decir que, si la cosa se pone chunga durante el viaje (terroristas, histéricos o Melendi), ¿no será mejor poner a un expresidiario capaz de neutralizarle sin sudar que a una top-model? Además, eran muy serviciales y se movían como pez en el agua en aquellos pasillos tan estrechos. Por cierto, otro tópico cumplido: tuvimos que rellenar un impreso en el que se nos preguntaba si llevábamos armas biológicas, teníamos alguna enfermedad contagiosa o queríamos matar a Obama. Recuerdo que la coca cola que me tomé en este trayecto fue la que mejor me ha sentado en toda mi vida. Dicen que sabe diferente...
Bueno, el caso es que a las 15:00 hora local, estábamos en suelo americano (por primera vez en mi vida). El viaje había ido de lujo y la gente del control de inmigración fue muy amable con nosotros. Llegar del aeropuerto al centro de Washington no es fácil para tres paletos como nosotros, así que nos hicimos un pequeño lío de metros y autobuses, pero el subidón de estar ya allí hacía que poco nos importasen esas cosas.