30 may 2012

Día 0: Pamplona - Barcelona - Zurich - Washington DC

Para mí, que nunca había pasado más de dos horas en un avión, el viaje era una de las cosas que más intranquilidad me producía. Nos esperaban muchos transbordos, horas de avión, papeleos y demás movidas por delante y eso no me hacía gracia. Casi tan poca como las 30 horas que iban a transcurrir desde que cogiese el tren en Pamplona hasta que pusiese el pie en Washington D.C. Se me hacía muy raro pensar que aquella ropa con la que salía del curro el mediodía del 30 de junio iba a ser la misma que llevase al bajar del avión. Sólo esperaba que no me la tuviese que quitar algún guardia de aduanas para hacerme un registro... cosa que, afortunadamente, no ocurrió.


Chino en el aeropueto de Zürich con una señora detrás

Chino salió conmigo desde Pamplona y nos juntamos con Fer en Barcelona. A las 6 de la mañana del día 1 cogimos el avión de Swiss Air a Zürich (el primero de muchos) y, una vez en Suiza no nos queda otra más que hacer tiempo hasta el siguiente vuelo, que nos llevará directamente a U.S.A. Justo antes de embarcar empezamos a comprobar por nosotros mismos cómo se las gastan los americanos en las aduanas. Nos preguntan varias veces a dónde vamos, dónde vamos a dormir, si somos buenos chicos, si somos hermanos (a pesar de que tengamos diferentes apellidos, hayamos nacido el mismo año, Chino sea asiático, Fer negro y yo blanco y más guapo), si llevamos armas, drogas, navajas o embutidos. Consejo: pon buena cara, sé educado y di muchas veces thank you.

Fertxo, también en Zürich, con un señor de naranja.
El vuelo de ida no fue tan malo como yo esperaba. Es cierto que son un montón de horas (8 o así), pero el avión era amplio, ponen películas todo el rato y después de un día entero sin dormir, la mitad se pasa roncando. Una de las cosas que más me gustó es que los azafatos eran unos negratas de dos metros de ancho y alto... ups, veo que esto se puede malinterpretar. Quiero decir que, si la cosa se pone chunga durante el viaje (terroristas, histéricos o Melendi), ¿no será mejor poner a un expresidiario capaz de neutralizarle sin sudar que a una top-model? Además, eran muy serviciales y se movían como pez en el agua en aquellos pasillos tan estrechos. Por cierto, otro tópico cumplido: tuvimos que rellenar un impreso en el que se nos preguntaba si llevábamos armas biológicas, teníamos alguna enfermedad contagiosa o queríamos matar a Obama. Recuerdo que la coca cola que me tomé en este trayecto fue la que mejor me ha sentado en toda mi vida. Dicen que sabe diferente...

Bueno, el caso es que a las 15:00 hora local, estábamos en suelo americano (por primera vez en mi vida). El viaje había ido de lujo y la gente del control de inmigración fue muy amable con nosotros. Llegar del aeropuerto al centro de Washington no es fácil para tres paletos como nosotros, así que nos hicimos un pequeño lío de metros y autobuses, pero el subidón de estar ya allí hacía que poco nos importasen esas cosas.

29 may 2012

Día -1: presentación

Aunque ya han pasado casi 11 meses desde el comienzo de mi viaje por Estados Unidos, la verdad es que hasta el día de hoy no había encontrado ganas, fuerzas, tiempo, moral... para hacer lo que tenía planeado antes de ir: relatar en un blog la experiencia vivida.

Realmente, no tengo muy claro por qué estoy haciendo esto y, de hecho, creo que son varios los motivos que justifican esta labor que inicio hoy. Puede que, al acercarse el primer aniversario del viaje, me estén viniendo recuerdos de cómo me sentía por estas fechas el año pasado y a través de esta vía pueda, en parte, revivir todo aquello. También es una forma de hacer un homenaje a mis compañeros de viaje y, rememorando lo que vivimos, no sólo los grandes acontecimientos y lugares sino también los pequeños detalles, ayudarles a recordar una experiencia que nos marcó. Quizás también pueda ayudar a organizar el viaje a personas que no conozco y den con este blog por casualidad. Y de lo que menos hay, creo, es del exhibicionismo propio de los blogs.

Os invito a seguirme durante treinta entradas, ¡bienvenidos!