20 jun 2012

Día 13: Chicago

El desayuno del albergue era uno de sus puntos fuertes, ya que había mucha variedad y espacio, por lo que pasábamos un buen rato comiendo y planificando el día. Una de las cosas que no llegaré a entender nunca es el éxito de los bagels, que son una especie de bollos con agujero en medio que, no es que estén malos, pero tampoco aportan nada nuevo al mundo de la repostería. En fin, que nos empapuzamos bien, e incluso hacemos bocadillos para comérnoslos luego por ahí.

Éste es un pequeño traje para el hombre...
El plan de hoy es ir al Museo de la Ciencia y la Industria de Chicago. Cogemos el autobús número 10 dirección sur y en apenas media hora, y pasando por el estadio Soldier Field, llegamos a nuestro destino. Se trata de un edificio inmenso dedicado a exposiciones de carácter científico: aviación, ferrocarril, sistemas de cultivo innovadores, minería, coches de carreras... Todo ello con un carácter muy didáctico. Los museos en Europa parecen ser, muchas veces, meros almacenes de obras de arte con poca conexión entre ellas. ¿Por qué en el Louvre hay un ala dedicada al arte egipcio? Pues simplemente porque los franceses expoliaron todo aquello hace décadas y hay que exhibirlo. Tanto este museo de Chicago como los Smithsonian de Washington, están orientados a que el visitante aprenda, hay menos obras y más paneles explicativos. Da la sensación de que en Europa los museos sirven para el deleite del experto, mientras que en Estados Unidos son para enseñar al profano. 


¿Maqueta o realidad?
Empezamos viendo una exposición de un submarino de la 2ª Guerra Mundial, en la que sin tener por qué saber del tema, acababas conociendo muy bien su origen, historia, estructura, funcionamiento... La primera parte consistía en situar al visitante en el contexto histórico, y para ello se mostraban portadas de periódicos reales desde los años previos al conflicto hasta los momentos más críticos. Era bastante impactante imaginar cómo los ciudadanos iban descubriendo día a día acontecimientos que nosotros hemos estudiado en el colegio. A continuación se explicaban detalles más concretos sobre la historia del propio submarino, y al final del todo lo podías ver y analizar cada una de sus partes y funciones.

Una de las cosas más flipantes de todo el museo era una maqueta de trenes que simulaba el trayecto desde Chicago hasta Seattle. Era inmensa y tenía miles de detalles, estuvimos un buen rato siguiendo los trenes y admirando cada elemento.

Entre unas cosas y otras, el día casi se nos pasó entero allí. Hasta el punto de que a las 17:30 nos avisaron de que teníamos que irnos. Para tres tíos tan curiosos como nosotros, sólo un día nos supo a poco. Menos mal que sólo estábamos nosotros tres, porque creo que nadie habría aguantado tanto tiempo y con tanto interés allí dentro.

Al salir del museo, nos dimos una vuelta por el barrio de Hyde Park, que es básicamente residencial y está algo alejado del Loop. Estuvimos viendo un partido de baseball de unos cubanos en un parque público, y nos explicaron algunas reglas que desconocíamos. Decidimos seguir caminando hasta encontrar una parada de metro que nos acercarse a nuestro territorio, pero en la periferia de la ciudad, no abundan tanto como en el centro. Poco a poco nos fuimos metiendo en zonas más chungas y veíamos cómo el ambiente se iba envileciendo más y más. Aunque no llegamos a sentir miedo real, sí que estábamos algo inquietos porque las calles cada vez estaban más sucias y peor cuidadas, vimos a gente peleando y gritándose y un ambiente muy poco amigable, y mucho menos para tres blanquitos con pinta de extranjeros. El caso es que finalmente vimos la deseada parada de metro y volvimos al Loop, donde tan cómodos nos sentíamos.


Fertxo grabando con vistas a un time-lapse
El resto del día fue bastante tranquilo, nos acercamos a la Torre Willis para hacerle algunas fotos desde la base y vimos aquella zona de la ciudad con más calma. De nuevo comprobamos cómo Chicago se vuelve espectacular al caer el sol. Dimos una vuelta hasta llegar al albergue, donde teníamos sofás, comida y cervezas, así que el plan era tentador. Desde las 22:00 que llegamos, ya no volvimos a salir y estuvimos allí estudiándonos las reglas del baseball, puesto que mañana íbamos a ir a ver a los Cubs.

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