Tras un buen desayuno rodeados de niños de excursión y sus corpulentas cuidadoras, cogemos el autobús de ayer pero en la otra dirección para llegar al Zoo de Chicago, en Lincoln Park. Se trata de un parque municipal y la entrada al zoo es gratis. Se lleva mucho en Estados Unidos el tema de los benefactores altruistas que financian actividades culturales, liberando en parte a los ayuntamientos de los gastos. De todas formas, no os penséis que por ser gratis es un zoo de poca monta, todo lo contrario: es enorme, está muy bien cuidado, tienen variedad de animales, las explicaciones son abundantes y precisas...
Pasamos allí toda la mañana viendo osos (pardos y polares), tigres, leones, canguros, gorilas, monos, arañas, jirafas, etc. Realmente es una visita obligada, creo que es difícil pasar una mañana gastando menos dinero y viendo tantas cosas interesantes. Cuando habíamos visto todo, nos comimos unos bocadillos que habíamos preparado con las cosas del desayuno (el modo austeridad estuvo en "on" todos los días de Chicago) sentados en el Lincoln Park hasta que llegó la hora de ir al baseball.
El orgullo cachorro se desvaneció tras la derrota |
Cogimos el bus y en seguida llegamos a los alrededores de Wrigley Field, el estadio de los Cubs, uno de los equipos de la ciudad, el otro son los White Sox. Había un ambiente increíble desde un buen rato antes de que comenzara el partido y estuvimos tomando una cerveza en un bar de la zona. Todo el mundo iba con la camiseta del equipo, y había una gran diversidad de gente: jóvenes, niños, adultos, mujeres, viejos y viejas. Nos llamó la atención el hecho de que hubiera muchas más chicas que en los campos de fútbol de España, y además, todas ellas iban bien equipadas con la ropa del equipo.
Un deporte muy popular para lo aburrido que es |
Comida sana para disfrutar del "espectáculo" |
Una vez dentro del estadio, nos compramos una gorra de nachos, unos hot-dogs y unas pintas. Cometimos el error de pedirlas en el momento en el que ponen el himno nacional por megafonía, ya que todo el campo se levanta y se pone la mano en el corazón. Cuando terminó, nos sirvieron y fuimos a nuestras localidades. El deporte en sí mismo es bastante aburrido. No tiene mucha acción y es muy lento, de hecho, los mejores bateadores tienen unos promedios del 30% lo cual significa que casi nunca le dan a la bola. De todas maneras, en seguida nos dimos cuenta de que allí el juego es lo de menos. La gente va allí a divertirse, a cenar, a emoborracharse, a hacer vida social o a anotar datos para elaborar estadísticas. Nosotros lo pasamos muy bien gracias a un chino que vendía cervezas, porque si no, las tres horas y media que duró el partido hubiesen sido bastante insoportables. A todo esto, los Cubs perdieron 3-6 en la última ronda de todas, por lo que la gente salió muy cabreada, abucheándoles sin piedad.
Después del partido nos fuimos a otro bar cercano al estadio, y es que esta es otra de las cosas buenas del baseball, que cuando termina todo el mundo se queda de marcha por allí. Nos tomamos unas cervezas con unos amigos de Chino de Pamplona con los que habíamos estado durante el partido en un bar que parecía el bar Coyote, aunque nos retiramos a una hora prudente porque al día siguiente nos tocaban más aviones...
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