Hoy nos despedíamos de la gran ciudad, y lo hicimos tal y como habíamos llegado: en un autobús desde Chinatown, aunque esta vez no nos costó tanto encontrarlo. El viaje de New York a Boston duró unas 4 horas y fue bastante tranquilo. Recuerdo que fui leyendo algo acerca de nuestro nuevo destino y escuchando Arcade Fire. Esta vez el bus no deja en el barrio chino de Boston, sino que llegamos a la estación central, lo cual resulta bastante cómodo. De todas maneras, nuestro nuevo alojamiento no estaba muy lejos por lo que pudimos ir a pie. Fue un alivio, después de NYC, llegar a una ciudad en la que se podía ir de un sitio a otro andando, porque Boston resulta mucho más asequible en cuanto a las distancias.
Boston: sede de la división Fringe |
Nos alojamos en una especie de residencia de estudiantes en la calle Berkeley 40. El sitio está muy bien situado, muy céntrico, y además limpio, grande, lleno de gente (jóvenes, viejos, niños, turistas... una mezcla un poco rara) y bien equipado, aunque la habitación en la que estábamos era bastante chunga y lo justo tenía tres camas individuales, y para ir al baño había que cruzar todo el pasillo. Tras una semana, hoy tocaba hacer la primera colada del viaje, así que mientras se hacía nos dimos una vuelta por los alrededores. La primera impresión que tuvimos de Boston es que, estéticamente, recuerda a una ciudad británica con sus casas adosadas de ladrillo rojo.
Una de las cosas que teníamos bien claras desde antes de salir de España era que íbamos a ir a Cambridge a pegarnos una juerga universitaria con hermandad incluida, así que después de las labores del hogar, cogimos el metro y fuimos hasta Harvard Square para cumplir con nuestro objetivo. No nos quedó muy claro si Cambridge es un municipio distinto de Boston o sólo un barrio, el caso es que están unidos urbanísticamente. Toda esa zona está plagada de universitarios, hay unas cuantas residencias y lugares de ocio (bares, restaurantes, cines...), de manera que es una auténtica ciudad universitaria. Además, se nota que el nivel económico y cultural es mucho más alto que en otros lugares: la gente viste de marca, las razas están mezcladas, las calles están bien cuidadas...
Otto no estaba |
Nuestro plan de austeridad estaba viviendo sus últimos momentos, aunque todavía no lo sabíamos. Lo primero que hicimos fue cenar algo en un bar muy americano. Hamburguesas, patatas fritas, cerveza, baseball por la tele, neones anunciando cervezas, taburetes de madera, poca luz.... A continuación, fuimos a seguir conociendo el ambiente de Cambridge y entramos en otro bar, de estética británica de nuevo, a tomar otras pintas más, aunque es cierto que los precios de esta zona van en consonancia con el nivel de vida, así que había que andar con ojo.
- Camarero: ¿qué queréis?
- Nosotros: tres pintas de cerveza.
- C: ¿de qué marca?
- N: de la más barata.
- Todos: risas.
- C: en serio, ¿de qué marca?
- N: de la más barata.
Tuvimos la suerte de pillar un concierto en un bar, y luego estuvimos hablando un rato con los músicos, e incluso llegamos a hacerles una entrevista (lamentable, cuando la vimos al día siguiente no había ni un segundo aprovechable). La cosa se nos estaba yendo de las manos, nos hicimos amigos del portero portorriqueño de una discoteca, preguntamos a unos jovenzuelos cómo hacernos de la hermandad pi-beta-gama, acabamos comiendo un kebap con una pandilla de latinos, además de todo aquello de lo que no nos acordaremos. Cuando Cambridge acabó cerrando, cogimos un taxi y volvimos a la residencia.
Antes de ir a dormir, a Chino y a Fer no se les ocurrió mejor idea que aporrear las puertas de los vecinos y esconderse en la escalera. El espíritu de la universidad nos había poseído...
...Do you rghtealized??!!
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