8 jun 2012

Día 6: New York

Nuestro plan para hoy no estaba tan claro como el de días anteriores, pero sí que teníamos intención de subir a algún rascacielos y tirar hacia el Upper Manhattan, o parte norte de la isla. Como el albergue en el que estamos no tiene desayuno, lo que hacemos es coger el metro y desayunar ya en Manhattan cerca de la estación a la que llegamos. Para estas alturas, empezamos a comprobar la ruina que supone el metro, porque hay que hacer bastantes viajes y no es nada barato, pero no queda otra...

Cualquier amante de la fotografía tiene una parada en BH Photo&Video, en la 9ª con la 31ª, muy cerca del Madison Square Garden. Es una tienda enorme de material fotográfico y de vídeo, y todos los dependientes son judíos como los de las películas, con sus patillas en tirabuzón, su gorro y su espíritu empresarial, ya que los precios son espectaculares, ni siquiera en internet había visto nada igual. Me compré un objetivo para mi cámara (un 18-135 mm de Canon), una tarjeta de 8 gigas y un filtro por 250€. Además, los productos que compras, van por unos raíles por el techo hasta las cajas, así que toda la tienda está en constante movimiento. Os recomiendo que vayáis a verla aunque no tengáis intención de comprar nada.

Ahora tocaba satisfacer el deseo de Chino, que era ver la tienda de Lego. Fuimos para allá y de camino paramos en la Biblioteca de Nueva York, famosa por salir en Cazafantasmas. El caso es que al final llegamos a la famosa tienda, junto al Rockefeller Center, y es un poco chasco. Chino imaginaba que tendría más coches, camiones y cosas de ingeniero, pero básicamente son juguetes para críos, así que no pasamos mucho más tiempo allí y vamos hacia el Empire State Building.

No somos ná...
Subir a un rascacielos es algo que yo creo que hay que hacer sí o sí en NYC, porque en ningún otro lugar del mundo vas a poder tener esas vistas. Si te dicen que subir al ESB cuesta 18$ puede parecer mucho dinero, pero realmente la visita es muy completa. Aprovechando la afluencia turística, las colas están organizadas para que siempre haya algo interesante que ver: pequeñas exposiciones sobre cómo se construyó el edificio, la sociedad de la época, etc. El propio ascensor es una atracción en sí mismo, y realmente marea. Durante el trayecto hacia arriba, te das cuenta cómo son los guardias y vigilantes del edificio. Ellos llevan uniforme, saben lo que hay que hacer y hacen su trabajo con una profesionalidad en ocasiones ridícula. Me di cuenta de que para un estadounidense el trabajo es algo sagrado, y que sea que sea el trabajo que tienes, tienes que hacerlo como si fuera lo más importante del mundo.

Entre reflexión y reflexión, llegamos a la azotea y la vista de 350 grados de la ciudad son increíbles. Yo, que no soy muy amigo de las alturas, siempre tuve una sensación de irracional inseguridad, pero a pesar de todo disfruté mucho de ese rato. Desde arriba las distancias parecen mucho menores, y edificios que parecen pequeños desde allí, tienen más de 50 plantas. Mirando al norte veíamos nuestros siguientes destinos: Central Park y, más lejos todavía, Harlem.

Manhattan visto desde Central Park
Tras bajar del ESB subimos por la 5ª Avenida hasta Central Park. Esta vez sí que nos metimos de lleno en el parque y comprobamos cómo puedes llegar a abstraerte de la gran ciudad ahí dentro. Mucha gente pasa el tiempo haciendo deporte: partidos de baseball o fútbol americano, gente haciendo running, ciclistas, boxeadores... Además, se ven familias, turistas, cuadrillas en torno a una guitarra y todo tipo de gente disfrutando de la tarde de verano. Incluso había un pequeño festival de música, aunque no pudimos entrar a verlo. Decidimos cruzarlo de sur a norte sin prisa, parando para descansar de vez en cuando y para sacar fotos. En línea recta son algo más de 4 km, pero siguiendo los senderos y bordeando el Jacqueline Onasis Reservoir, un lago inmenso, la distancia es mucho mayor. Este paseo por Central Park fue uno de los mejores momentos hasta el momento, y algo que volvería a hacer si volviese a NYC.

Al cruzar el parque apareces en el barrio de Harlem, de aplastante mayoría negra. Nada más poner el pie en Harlem te das cuenta de que algo ha cambiado. Ya no hay rascacielos, ni ejecutivos corriendo. Parece que el ritmo de la ciudad se ralentiza, la gente se sienta "a la fresca" con sillas de camping en las aceras en la puerta de sus casas. Se les ve más alegres, gritando y jugando por las calles, a pesar de que las aceras y los edificios no estén tan limpios ni bien cuidados y que algunas ratas cruzan como si nada. Nos habían dicho que hay que tener cuidado en Harlem, aunque ya no es lo que era. Mientras no nos salgamos de las calles principales no hay ningún problema. Nosotros subimos por Lenox Av. (o Malcolm X Blvd.) y cenamos una hamburguesa en un bareto del lugar, sin atrevernos a decirle al camarero que está asquerosa: cruda por dentro y negra por fuera. En la zona hay bares con música en directo con muy buen ambiente, incluso llegamos a la mítica sala Apollo que el gran Lou Reed menciona en su canción Take a walk on the wild side. Nos hubiese gustado ver mejor el barrio, pero ya es bastante de noche y decidimos volver. El viaje de vuelta dura mil horas porque nos hacemos un buen lío de transbordos, pero finalmente volvemos a nuestra pequeña China.

1 comentario:

  1. Tendría que haberos encargado a ti un 18-135mm de esos, y a Chino unos latiguillos de Scalextric.

    Solo me ha quedado una duda, ¿la vista era de 350º porque había una columna que os tapaba concretamente 10º o es una errata? xD

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