La tormenta perfecta consiguió que el río Colorado hiciese honor a su nombre, ya que las lluvias hacen que la tierra rojiza se remueva y todo el agua tome un color rojo intenso. En la cafetería del motel desayunamos viendo cómo los cielos azules habían vuelto a reinar.
Aspecto del río Colorado tras la tormenta. Queda claro su nombre, ¿no? |
Teníamos que volver sobre nuestros pasos para alcanzar el próximo destino, Page, pero no nos supuso ningún inconveniente volver a atravesar el Monument Valley. La localidad de Page, a unas dos horas de Mexican Hat, constituye el centro geográfico de varios puntos de interés del estado de Arizona, los cuales íbamos a visitar ese día. El pueblo en sí no tiene nada, es bastante feo, pero desde allí contratamos la visita al Antelope Canyon para esa misma tarde, y hasta que llegase el momento, fuimos a ver otras cosas. Esta zona de Arizona y Utah es famosa, además de por la cantidad de mormones que hay, por sus enclaves naturales. Los que hayáis visto la película 127 horas seguro que encontráis familiar el paisaje que os describo en esta entrada.
Horseshoe Bend: quién pillara esa barca |
En primer lugar, visitamos Horseshoe Bend, que es un meandro de río Colorado de 180º visto desde un acantilado de unos 300 metros de altura. Las vistas son espectaculares, aunque lo peor de todo fueron los quince minutos que tuvimos que andar desde el aparcamiento hasta el río por pleno desierto, a unos 40ºC. Continuamos, ya con la furgo, el curso del río hasta llegar a la presa del Glen Canyon. Con más de 300 metros de altura, es una de las mayores del mundo y un deleite para los fans de "Megaconstrucciones". Para los más curiosos es interesante la exposición en la que te explican cómo fue su construcción y qué implicaciones (energéticas, biológicas, de suministro, agrícolas...) tuvo para el entorno. Comimos unos sandwiches en un césped cercano, buscando la sombra y haciendo tiempo para la hora de la visita programada. Después de varios días comiendo sandwiches de jamón y queso, empezamos a hartarnos seriamente, aunque un viaje tan largo como éste obliga a racionar bien el gasto (olvidaos del episodio de Boston...).
Ya por la tarde, acudimos a la agencia en donde habíamos reservado la visita al Antelope Canyon. Quienes lo gestionan son indios navajos, por lo que el pase de los parques nacionales que habíamos comprado ayer no tiene validez. Es sorprendente cómo viven los indios en Estados Unidos: recluidos en sus reservas, bastante marginados del resto de la sociedad, con los índices más altos de suicidios y alcoholismo, y dependiendo de este tipo de negocios relacionados con el turismo para poder sobrevivir. Resulta inevitable pensar en cómo han podido llegar a esta situación tan miserable en tan poco tiempo, cuando hace apenas 300 años eran los únicos pobladores de aquellas tierras.
Formas fantasmagóricas provocadas por la erosión en Antelope Canyon |
¡Qué majos! |
El caso es que Jackie, una india navajo de forma esférica, nos lleva con un todo terreno destartalado hasta el Antelope Canyon. La calidad de la visita deja bastante que desear, puesto que la guía nos lleva a un ritmo trepidante por el cañón sin explicarnos realmente su origen ni evolución, sino centrándose únicamente en puntos de interés fotográfico. Además se inventa cosas como que la palabra "navajo" la pusieron los españoles y significa "enemigo". A pesar de todo esto, el cañón en sí mismo es una pasada. Se trata de un desfiladero por el que apenas pueden pasar dos personas en paralelo cuyas paredes han quedado moldeadas por el viento y el agua, dando origen a unas formas imposibles. Creo que sería una pena visitar Arizona y no ver el Antelope Canyon, pero también nos dio rabia que la visita no estuviese a la altura del lugar.
Jackie nos llevó de vuelta a Page, donde teníamos aparcada la furgoneta y reanudamos la marcha en dirección a Kanab, de nuevo en Utah. El viaje no fue muy largo (poco más de una hora) y al llegar allí buscamos un motel donde alojarnos. Nos dieron una habitación en el Motel 49 por 70$ con dos camas dobles, y aunque éramos seis, decidimos apretujarnos un poco y ahorrarnos unos dólares. Todavía no sabíamos lo que nos esperaba allí dentro. Al llegar, todos se fueron a dar un paseo por el pueblo (muy feo, por cierto) y yo me quedé con Isis que estaba algo febril y con algún invitado extra del que todavía no teníamos constancia.
La mascota del equipo |
Ya por la noche, estando todos en la habitación, Fer dijo que se iba a duchar antes de dormir para ahorrar tiempo por la mañana. A los pocos minutos salió del baño y nos mostró al séptimo ocupante de la habitación: un escorpión de Arizona (el más venenoso de los Estados Unidos, según wikipedia) que había estado a punto de picarle en la nariz de todo lo que tuvo que acercarse para verlo, ya que estaba sin lentillas. Después de matarlo, el pánico se apoderó de nosotros y nos llevó a hacer un registro de arriba a abajo de toda la habitación: debajo de las camas, en los rincones, entre nuestras mochilas, etc. Fer y Chino, que dormían en el suelo no debieron pegar ojo imaginando que miles de escorpiones se les metían por los calzoncillos. Por si el affaire-escorpión y el calor asfixiante que hacía en aquella habitación no fueron suficiente, cuando parecía que ya estaba consiguiendo conciliar el sueño, se escuchó en la calles lo que yo juraría que fue un tiroteo. Nadie me creyó, pero yo estoy seguro que había alguien disparando. Desde ese momento, no pude dejar de pensar en cómo se tomarían mis padres la noticia de que me habían encontrado en un motel de Utah cosido a tiros y con picaduras de escorpión...
¡JAJAJAJAJAJAJAJA! "Jackie, una india navajo de forma esférica".
ResponderEliminarLa verdad es que la visita fue bastante mierda. Como decía Chino: "Para buscar formas, no me voy a Antelope Canyon, lo hago en el gotelé de mi casa".