¡¡¡Fuego!!! |
Las Vegas es una ciudad que no está hecha para ser vista a la luz del día, y mucho menos en verano. Así que la consigna era clara: pasar la mañana en la piscina del hotel. Los 45ºC no nos ofrecían muchas alternativas. Así que poco a poco fuimos apareciendo todos por allí, ocupando tumbonas y visitando el agua (muy caliente, la verdad) de la piscina cada cinco minutos. Recuerdo que en ese momento hablé con mis padres por teléfono y me dijeron que eran las 23:00, que estaba lloviendo y la temperatura no llegaría a los 20ºC. Me parecía imposible hacerme a la idea de que el momento en el tiempo a cada lado de la línea telefónica era el mismo porque no podía haber un contraste mayor. Me imagino que la gente de mundo estará muy acostumbrada a estas cosas, pero para mí no es habitual estar al otro lado del mundo de mi familia.
En ese agua se podían cocer unos langostinos |
Enseguida llegaría George McFly |
El caso es que al mediodía decidimos bajar a comer. El propio hotel tiene una extensa oferta de restaurantes para que no tengas la necesidad de salir, lo cual se agradeció porque no era agradable la idea de caminar por el desierto en busca de algún sitio para comer. Fuimos a un local ambientado en los años cincuenta, mitad Grease mitad Regreso al Futuro, donde la camarera era una negra de más de 100 kg que cantaba como los ángeles. De nuevo hamburguesas con patatas fritas. ¿¿Por qué no son sanas??
Por la tarde fuimos a una tienda cercana al hotel a comprar souvenirs para la familia, ya que Las Vegas tiene mucho gancho comercial. Yo compré unos llaveros con fichas de casino y a mi hermano una baraja original del Flamigo's, más que nada porque le gusta hacer trucos de magia y tiene miles de barajas. También compramos unas cervezas para llevarlas a la habitación y bebérnoslas allí para salir un poco entonados y apostar con valentía en los casinos. Hacia las 19:00 salimos de allí y cogimos un autobús que nos llevó hasta el extremo sur de The Strip (nuestro hotel está muy al norte de la misma calle), para así ir remontando parándonos en los principales puntos de interés.
Cartón-piedra al poder |
Ahí es cuando te das cuenta de lo absurdo de Las Vegas: es una recreación en miniatura de las ciudades más llamativas de la humanidad. Tienes el antiguo Egipto (Luxor), la Roma clásica (Caesar Palace), New York, París, Venecia... Realmente todo es un teatrillo hecho de cartón piedra pero increíblemente lucrativo para la espabilada mente que lo concibió. Es como las barracas de San Fermín pero a lo bestia, como Port-Aventura para adultos, la cuna del despilfarro energético, el cebo de los ludópatas, la perdición para los amantes del riesgo, la antítesis de la naturaleza. Pero aún así, es muy muy divertida, al menos para un par de días. Una ciudad en la que cada mañana se respira una resaca generalizada no es normal.
El caso es que, cervezas en mano, fuimos al New York, New York con la intención de montarnos en la montaña rusa (bueno, yo no), pero había una cola de más de una hora, así que nos quedamos en la sala de videojuegos jugando al Daytona USA, Guitar Hero... Sí que intentamos jugar al blackjack en algún casino, pero, en los más importantes, la apuesta mínima es muy cara, 20$ o incluso 50$. Para evitar que la gente se acalore, la mayoría de los casinos están conectados entre sí de manera que no tengas que salir a la calle, por lo que fuimos pasando de unos a otros al amparo del aire acondicionado. Vimos el Caesar's Palace (imprescindible para los fans de Friends), el Belaggio y llegamos hasta el Flamingo's. De ahí cogimos el autobús hacia el norte porque ningún casino tenía una apuesta mínima tan baja como el Stratosphere, así que decidimos jugar los 6 a la vez al blackjack allí.
Chino mordiendo el polvo ante un profesional |
La partida estuvo bastante bien y duró un buen rato. Con 20$ de inicio, siendo el mínimo para apostar 5$, te garantizas un rato en la mesa, a menos que te vengan muy mal dadas. De hecho llegamos a pedir más de una ronda a la camarera y hasta hicimos "amistad" con otros compañeros de mesa, que nos enseñaron expresiones típicas de jugones, como Chicken diner y alguna otra que no recuerdo...
Todo iba bien hasta que una crupier vieja con pinta de dependienta de panadería dejó el turno a Larry, de origen chino y con muchas horas jugando al blackjack a sus espaldas. A pesar de nuestras plegarias, Larry fue cruel y nos desplumó a todos en poco rato. De todas maneras, la partida estuvo genial, que de eso se trataba. Nunca me he considerado un gran aficionado al juego, a parte de alguna quiniela o una porra en un partido importante, nunca me dejo dinero en apuestas. Pero estar el Las Vegas y ganar una mano, y ver cómo el crupier te da fichas (intercambiables por dinero!!!) es algo que entiendo que pueda llegar a enganchar. De hecho, hice un amago de ir al cajero a sacar algo más de dinero, pero cuando vi la comisión de 12$ la cordura volvió a mí y me di cuenta de que había llegado el momento de dormir. Mi balance económico de los dos días en Las Vegas fue el siguiente: 50$ apostados, 30$ recuperados. Podía haber sido mucho peor, os lo garantizo...
Joder, Isis no puede estar más negra! Pero si los demás parecéis Iniestas a su lado! jajaja.
ResponderEliminarjajaja!! no puedes tener más razón 7!!
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